

El Abuelo conquistó El Teatrito con un show verdaderamente increíble al que no faltaron perlitas para cerrar el año de la mejor manera. Los chicos cambiaron de instrumento en el medio del show y se “adueñaron” de un tema de La Pata de La Tuerta, la banda de Córdoba que calentó el escenario con un set muy bueno. El ex Redondito de Ricota Semilla Bucciareli fue un espectador de lujo y los nietos dieron un show aparte con su agite de siempre.
Por BRENDA MASON
Ni la llovizna se animó a ser tormenta el día que El Abuelo cerró el año. Las puertas del lugar se abrieron temprano y los nietos fueron llegando de a poco. La conquista del Teatrito era inevitable, durante el último mes, el afiche de la banda promocionando el show del sábado pasado parecía reproducirse en capital y conurbano ¿cuántos fueron 10.000? no sé calcular y nunca pegué un afiche, pero no vi una previa así de ninguna banda, jamás.
La Pata de la Tuerta, lo mejor del rock cordobés que llegó por primera vez a Capital Federal para despedir el año con los chicos, soltó los primeros acordes para que la gente se arrimara al escenario. Con un repertorio parejo, entre temas muy arriba y otros con mucho clima para que Semilla Bucciareli pintara digitalmente sobre una pantalla, La Pata cerró con un par de temas bien al palo. El agite de los nietos no se hizo esperar y la comunión con la banda amiga quedó sellada.
Pero es imposible hacer una reseña cronológica de lo que pasó el sábado. Para cuando el mago Eduardo arrancó –en la previa de El Abuelo, por primera vez en la Argentina para un eventual reemplazo de la Monstruo-, ya en la atmósfera se respiraba algo distinto. Telón cerrado, nietos por todos lados, y expectativa creciente. La primera perlita fue la intro: una versión bien lenta de “por vos hubiese cometido el más atroz de los pecados” y breve, único y rabioso hardcore de la banda. Hasta acá, sí, todo es cronológico. Pero basta.
En la mitad del show, más de uno no entendía lo que pasaba: sonaba Theodore O´Connel y Mauro dejó su guitarra para calzarse el bajo de Leonel, que a su vez subió ¡a la batería!. Julián, entonces, corrió a la guitarra de Mauro y Maxi se ocupó del micrófono porque le dio la suya al Pollo, que dejó de cantar y le entró a las seis cuerdas. Celeste guardó la trompeta y se sumó con la voz bien al frente y Agustina cambió el violín por la pianica. ¡Terrible! ¡Increíble! Todos tocaron bien los instrumentos que cambiaron y subieron la temperatura al tope, después de una lista que venía muy bien.
Pero eso no fue todo. Inmediatamente después, subieron al escenario los chicos de La Pata, para cantar juntos un tema que les prestaron para la ocasión y que tuvo tan buena recepción en el público que... ¿se repetirá en otros shows?. Juntos hicieron El Chupacabra (“Macri es el Chupacabra, transó con satán”, dice la letra que originalmente aludía a Menem) para que el Teatrito vibrara con los más de 300 nietos que llegaron al lugar.
Junto a Celeste hubo un saxo de lujo: el viejo y conocido Diego Rosemburg, que reapareció en el escenario de El Abuelo –como el año pasado para el octavo aniversario- tras muchos años de haber colgado el bombín y el mameluco. Como dice el refrán, “el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen” y evidentemente, él siempre fue un Abuelo.
El público le puso color a la noche, algunos audaces pudieron evadir el control del lugar y colar papelitos y globos para meter en escena su parte, el colorido debajo del escenario. Durante una hora y media, agitó al compás de una lista nutrida de temas que estarán en el próximo disco, que tendrá salida para el verano. Lamentablemente fue el último del año, los nietos pidieron otro show antes de la gira por la costa atlántica, pero El Abuelo asegura que habrá que esperar hasta 2008. Sin embargo, hay rumores que indican lo contrario: esta periodista escuchó que se viene una fiesta en zona Sur, en silencio y sin publicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario